domingo, 11 de noviembre de 2012

El nombre es el destino, Nomem est omem


     La onomástica, o ciencia de los nombres, se pueden  estudiar a la luz de sus etimologías o procedencias. Existe un proverbio latino que recoge siglos de coincidencias y sincronías, de casualidades no tan casuales y curiosidades lingüísticas: nomem est omen, el nombre es el destino.  En el seminario de Kábala que impartía Mario Satz, nos comentó sobre este asunto que el hebreo bíblico llama neshamah al alma, término vinculado con neshimah, respiración.   Pues bien, en el interior de esta palabra hallamos la raíz y concepto de shem, nombre, de donde es cierto que alma y nombre, nombre y alma parecen relacionados de modo profundo y substancial.  Neshamah se escribe con las letras nun, shim, men y hei: y shem mediante shim y men. Por la misma razón revelar el nombre propio era inconveniente, pues exponía a su portador a recibir algún daño o sortilegio por parte de una boca a la que no le cayera en gracia.

     La Biblia sostiene que habiendo formado, el Creador, de la tierra, a todos los animales del campo y a todas las aves del cielo, los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, aceptado finalmente que fuera Adán quien nombrara la realidad plural del mundo. Seguidamente, y para que el hombre no cayera en la omnipotencia, le asignó a Eva la tarea de nombrarlo a él, pues pareciera, según ese mito, que sin ayuda femenina al hombre le faltaran palabras, verbos y adjetivos, o bien no acertara a definir sus propios sentimientos. 
 
 
 











      A la frase de Shakespeare: ´´¿Qué hay en un nombre? Lo que llamamos rosa con cualquier otro nombre tendría el mismo perfume.´´( Romeo y Julieta, II,2, 23 ) habría que completarla diciendo que ese aserto es verdadero para la rosa, pero no para los distintos nombres basados en esa flor con que son llamadas las mujeres en las diversas partes del mundo.  Existen pueblos como los aborígenes australianos, por ejemplo, que creen que uno debería tener tantos nombres en la vida como edades atraviesa, o mejor dicho que cada suceso importante que nos acaece merecería una nueva nominación. Jesús nos muestra la certeza de la libertad cuando dice que ´´ el shabat ha sido creado para el hombre y no el hombre para el shabat´´. Siendo el día sábado el consagrado a Saturno, Saturno-Cronos, Señor del Tiempo, al enfatizar el Nazareno un independencia de criterio no ritual, y por lo tanto la sustancia indeterminada de la realidad, alude indirectamente a que nada hay prefigurado para siempre, a que todo es, de hecho, una proyección del alma del creyente sobre el damero de sus actos.  


 Una independencia del destino astral lo podemos inferir en la historía de Abram de Ur. Este nacido en mesopotamia y su mujer Sarai eran estériles y así estaba impreso en sus cartas astrológicas.  Un día se le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. 
Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera. 
  Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: 
  He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. 
  Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. 
  Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti.  En este episódio vemos como se le cambia el nombre; el significado de Abram es el siguiente" AB significa padre y RAM significa alto, excelso",entonces su significado seria literalmente "el padre es excelso ", sin embargo aunque su nombre exaltaba a su padre, el no tenia esa descendencia en su vida,  fue entonces que le cambió el nombre por Abraham que significa "aquel que es padre de multitudes o de muchos pueblos". Entonces, cuando Abram tenía noventa y nueve años, Dios hizo un pacto con él, prometiendo multiplicarle. Así


Dios lo sacó fuera en la noche y le dijo: “Mira al cielo y cuenta, si puedes, las estrellas; así de numerosa será tu descendencia”. Para marcar el evento, Dios cambió el nombre de Abram a Abraham   y el de Sarai a Sarah. Dios nombró a Sarah específicamente como la que por cuál la promesa sería cumplida. En ese momento Abraham se rió de la absurdidad de un hombre anciano teniendo un hijo y una mujer anciana pariéndolo. Pero Dios prometió un hijo del pacto a través de Sara y ordenó que Abraham le llamara Isaac. El nombre de Saray se compone de Shim, Res, yod; esta yod del nombre estéril se transforma en dos hei, uno se le da a Sarah y el otro a Abraham. La pareja, ahora fecunda, se llamarán   AbraHam  אַבְרָהָם  y SaraH.   ׂה.ר ש Lo que antes se escribía םרבא, Abrâm y שָׂרָי , Sarai.